martes 23 de abril de 2024

Donó un riñón a su hija para mejorarle la calidad de vida

viernes 21 de febrero de 2020

Sofía tenía 16 años cuando comenzó con problemas de salud y el pronóstico tardó en esclarecerse, padecía de lupus y eso con el tiempo, le ocasionó insuficiencia renal. Su padre, Favio Simonetti fue quien, llegado el momento, le donó uno de sus riñones. Una historia de amor muy fuerte que compartió con El Cordillerano.
El lupus es una enfermedad inflamatoria ocasionada cuando el sistema inmunológico ataca a sus propios tejidos, “dentro de las posibles complicaciones una de ellas, es la insuficiencia renal crónica, en el caso de Sofía fue aguda porque fue prácticamente de un día para el otro”.

El inicio de todo esto fue con desgano, mucho cansancio y dolor en las articulaciones, “siempre fue sumamente activa entonces eso nos llamó la atención y en realidad no lo diagnosticaron hasta que tuvo su primera crisis” relató Favio.
“Una mañana se despertó y no se podía mover, tenía el cuerpo totalmente paralizado y solo podía mover los ojos, la cargamos y la llevamos a la guardia, el médico que la atendió dijo que una de las razones podía ser lupus, le hicieron un test y dio positivo”.
Su familia está compuesta por dos hermanos siendo ella la menor. “Fue un golpe muy duro que nos cambió la vida a todos. Yo trabajo en una obra social y estoy más ligado a esa clase de situaciones, entonces, si bien no me asustó porque tenía conocimiento de lo que significan esas enfermedades, de la angustia no zafé”.
Sí trató de mantener la calma sabiendo que hoy por hoy existen muchos tratamientos, “no fue lo mismo para Sofía ni para mi esposa, el libre acceso en internet a determinada información a veces te juega muy en contra”. Al estar directamente involucrados muchas veces, se personaliza lo que se lee y hay casos muy graves como otros que se solucionan de manera más simple.
Luego de esa primera parálisis fue medicada con corticoides “el lupus yo digo que es como un golpe de Estado, algo que tendría que estar para cuidarte, de repente se te vuelve en contra, entonces es muy difícil bajar las defensas para que no te ataque pero al hacerlo se abre la puerta para el ingreso de otras enfermedades”.
Hasta ir encontrando ese equilibrio se fueron alternando las sensaciones de bienestar o dolor. “Sofía estaba cursando su secundaria en la ESRN 45 y de hecho uno de los episodios lo tuvo estando en clases”. Recordó “en ese momento fui a la escuela, la bajé en brazos hasta la ambulancia y nuevamente al hospital”.
Más allá de entender lo que le estaba sucediendo fue muy difícil aceptarlo, “le costaba seguir los tratamientos y muchas veces sentía ganas de bajar los brazos, el clima familiar se estaba deteriorando porque lógicamente estábamos todo el tiempo detrás de ella preguntándole si había tomado tal o cual medicación y eso era muy molesto”. Es sabido que la enfermedad de uno de sus integrantes, afecta a toda la familia y hay que aprender a convivir con eso.
“Un día cuando estábamos en la casa de un pariente en el lago Gutiérrez se empezó a sentir mal y tuvo la primera convulsión, la llevamos urgente al hospital y ahí saltó que el motivo había sido la insuficiencia renal”, detalló.
Ese fue el primer indicio del mal funcionamiento de sus riñones, casi dos años después de aquel cansancio inicial. “Eso fue en agosto, tuvo otra convulsión, empezaron a subir los valores de laboratorio y en diciembre de 2018 comenzó con diálisis tres veces por semana”.
La idea era probar los resultados pero ya les dejaban entrever la posibilidad de un futuro trasplante “la doctora Soledad Palazzo que manejaba la parte nefrológica de Sofía lo sugirió”.
Un capítulo aparte fue el inicio del tratamiento de diálisis, “le hizo muy mal anímicamente, empezó bien pero el segundo mes tenía ataques de pánico, a veces no podía terminar las sesiones porque la angustia le ganaba”, dijo Favio.
Sofía, aunque no debía por recomendación médica, quedó embarazada “eso en realidad fue un regalo de la vida porque en el medio de todo este proceso de su enfermedad, al quinto mes de gestación, su novio y papá de la bebé, falleció en un accidente”.
Durante el embarazo tuvo que suspender algunos medicamentos, apenas nació los retomó, pero ya para sus riñones era tarde.
Sí o sí tenía que poner mucha fuerza interior para salir de esta etapa lo más entera posible por su pequeña que ahora tiene dos años.
En marzo del año pasado tuvo su última convulsión “ahí empezamos a desandar el tema del trasplante, cuando nos decían que podía ser un familiar se prefería elegir a alguno mayor porque se habían ofrecido sus hermanos y primos pero ellos tienen una mayor proyección de vida”.
“Mi esposa es diabética, entonces me empezaron a hacer los estudios, iba dando todo bien hasta que hicieron el de compatibilidad en Buenos Aires confirmando que era mi hija, porque ha pasado que algunos desgraciadamente en esa instancia se enteran que no es el hijo natural”. A partir de allí le cambió el ánimo y la expectativa “nos mudamos cuatro meses con mi esposa, mi hija y mi nieta a Buenos Aires para estar cerca de la clínica”.
La vida los llevó de vivir en la tranquilidad de Dina Huapi a alquilar un departamento en Avenida Santa Fe y Pueyrredón, por lo que el cambio fue tremendo. “Si bien la obra social nos reconoció algo tuvimos que pelearla mucho, recibimos ayuda económica de familiares” reconoció.
Se fueron en agosto del año pasado “por suerte mi nietita tiene una gran facilidad para adaptarse a todo, no hacía reclamos y parecía entender la situación sumándose al operativo de manera natural” dijo orgulloso.
La mañana de la cirugía se fueron padre e hija caminando hacia la clínica “después cuando nos dieron el alta también volvimos caminando” dijo.
Lo más agotador fue el proceso previo porque la cirugía en sí duró tres horas y media aproximadamente “como era con donante vivo tuvieron que disponer dos quirófanos simultáneos, solo en un momento sabemos que estuvimos juntos pero estábamos anestesiados”. Agregó “primero sacaron mi riñón, lo limpiaron y prepararon y ahí recién la fueron preparando a ella para insertárselo”.