jueves 25 de abril de 2024

Columna de opinión: Papá Estado contame un cuento*

lunes 18 de mayo de 2020

En la Argentina hay solo dos instituciones que la sociedad percibe mayoritariamente como parte del problema en la situación económica y política del país. Esa mayoría es abrumadora y esas dos instituciones son el Poder Judicial y el Sindicalismo. El poder judicial básicamente porque esa mayoría abrumadora lo percibe como ineficiente, caro e incapaz de cumplir correctamente con su función. Con el sindicalismo es mucho más complejo.
En Argentina el sindicalismo es la única institución no democrática de un país democrático, dicen defenderla, pero en realidad la aborrecen. Tanto es así que sistemas electorales sindicales no han sido capaz de incluir a las minorías, el que gana se queda con todo. No hay control, ni disidencias. Son una casta privilegiada, que gozan de fueros sindicales para ampararse en la comisión de todo tipo de ilegalidades, aprietes y medidas de fuerza extremas que perjudican la iniciativa privada y la modernización del Estado.
Como si eso fuera poco, ese sindicalismo también ha adoptado el discurso populista y la creencia de que el Estado debe ser paternalista. Que el Estado es todo y sin Estado no hay nada. Lo único que no ha hecho ese sindicalismo es reflexionar sobre como se construye un Estado y como se sostiene. Todo sabemos que los presupuestos estatales surgen de la estructura impositiva que grava la actividad privada. El equilibrio entre los impuestos que se cobran y los servicios que brinda el Estado debe tener equilibrio. Sin ese equilibrio hay déficit, deuda y falta de previsión.
El Estado debe brindar servicios acordes a sus ingresos, mientras más servicios asume el Estado, más impuestos debe cobrar y más desalienta la actividad privada. Quién quiere invertir en un lugar donde los impuestos son muy altos, la economía es muy endeble y la rentabilidad en función de los riesgos que se asumen son excesivamente altos. Básicamente pocos, es entonces ahí donde todos corren a papá Estado para pedirles que los contenga, y ese abrazo que puede dar el Estado se convierte en algo perverso.

Mientras ese discurso suena tan bonito, y pide a papá Estado que nos cuente un cuento, nunca nos dijo de donde podrían salir los recursos para hacer frente a semejante aventura. No se sabe si hay que imprimir más dinero, cobrar más impuesto o seguir echando mano a los fondos de la ANSeS que ya se encuentra bastante castigados por absorber todos los beneficios sociales que se crean con el dinero de los aportes de los trabajadores.
Mientras Aguiar nos pide que papá Estado nos cuente un cuento y nos regale dinero para generar un bienestar efímero, los 7 millones de argentinos que resisten en la actividad privada para sostener al Estado se encuentran en su momento más vulnerable, muchos sin poder trabajar, muchos con miedo a que la empresa de la que dependen tenga que cerrar porque no soporta un día más con las persianas bajas. Es hora de que quienes piden que papá Estado nos cuente un cuento, se hagan cargo de que son parte del problema y que con estos discursos están destruyendo la libertad de los argentinos.
*Nicolás Suárez Colman. Abogado, especialista en Derecho Administrativo. (UNLP-UNCO). PRO - Republicanos Por Río Negro.