viernes 19 de abril de 2024
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Sin redes y recluidos: la nueva vida de la familia de los rugbiers

sábado 15 de febrero de 2020

Los padres de los rugbiers presos por su presunta participación en el brutal ataque a Fernando Baéz Sosa en Villa Gesell, decidieron refugiarse en la intimidad de la familia y prácticamente se aislaron de todo, dando de baja a las redes sociales, cambiando los números de celular y hasta en algunos casos, renunciando a sus trabajos.
Según cuentan los vecinos de los barrios privados adonde residen Juan Guarino y Alejo Milanesi, desde el entorno de los chicos se muestran discretos y evitan hacer declaraciones a la prensa.
Tan solo 800 metros de distancia separan El Casco Country Club de otro barrio, Altos del Casco. Los residentes no entienden y se muestran consternados. Muchos, les guardan respeto. Otros revelan su fastidio. Coinciden en que puertas adentro nunca sucedió un episodio fuera de lo regulado por las normas de convivencia.
“Es muy difícil todo esto. Tengo que ayudar a rearmar a mi hijo. Él no hizo nada, pero el golpe es muy grande. Está triste y desorientado”, l dijo el padre de Guarino en un breve contacto con los medios.
Los vecinos cuentan que ya no salen tanto como antes. “Era común verlos al menos tres veces al día. Iban a diferentes actividades”, señalaron en el puesto de seguridad.
La realidad los superó y ahora se ven obligados a cambiar la rutina: “Se los ve poco”, aseguraron los comerciantes de la zona.
"Ya no toman el café que acostumbraban en la Costanera ni frecuentan los comercios donde se los veía a diario", manifestó la geste de la zona.
Los vecinos desconfían de que Rosalía, la madre de Máximo Thomsen, se haya desvinculado de su puesto en la Secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad. Trascendió que renunció a su cargo como funcionaria, pero hay quienes afirman que trabaja desde su casa hasta que la situación se normalice.
Por otro lado, la familia Pertossi cerró sus talleres de autos y motos. En el barrio se comenta que el padre arregló una indemnización con la empresa Toyota para renunciar a su cargo.
Mientras los padres de Fernando Báez Sosa enfrentan el dolor con marchas y abrazos públicos, rodeados de los amigos del chico asesinado, los progenitores de los imputados se encierran cada vez más en un círculo cerrado para no enfrentar las preguntas, ni los reclamos de la sociedad.