jueves 28 de marzo de 2024
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¿Habrá nuevo billete de $5.000?

martes 08 de noviembre de 2022

Los efectos devastadores de la inflación en la población, que se traducen en aumentos generalizados y sostenidos de los precios de los bienes y servicios existentes en el mercado, generan que con cada unidad de moneda se adquieran cada día que pasa, menos productos.
Esta explicación teórica la observan y sienten todas las personas durante el transcurso de sus vidas diarias al notar como sus bolsillos o carteras se agrandan cada vez más por efecto de la cantidad de billetes en efectivo que suelen portar y la mercadería cada vez más pequeña que suelen adquirir.

Si bien muchos agentes económicos utilizan dinero electrónico y billeteras virtuales, el efecto del alza del costo de vida también se registra al tomar nota de como el dinero se evapora rápidamente de las cuentas a la vista por efecto de la alta velocidad de circulación de la moneda provocada por las expectativas al alza de la inflación. Sencillamente, la gente y las empresas prefieren gastar ahora y no mañana cuando existan precios mayores.
A este contexto de alocado carrusel hay que agregarle otras circunstancias antieconómicas que están relacionadas con el mundo de la política y, en un análisis posterior, con el ítem, de la política electoral.
Porque el ministro de economía, Sergio Massa, fue aconsejado por su equipo acerca de la necesidad de emitir un billete de 5.000 pesos y 10.000 pesos y terminar con la necedad que impera en la cúpula del oficialismo.
Una medida que está consensuada con las autoridades del Banco Central y que está catalogada como necesaria, porque prácticamente no tiene ningún efecto nocivo para las finanzas de la Nación.
En el ámbito económico hacer circular billetes de mayor denominación se trataría de una medida "Win-Win", expresión de marketing que traducida al español significa Ganar-Ganar, porque los bancos ahorrarían costos de logística al utilizar menores servicios de camiones de caudales, los cajeros automáticos podrían ser cargados más rápidamente para cumplir su función de una manera más eficiente, no habría posibilidades de que existan faltantes de dinero en fines de semana o períodos de vacaciones y, por último pero no menos importante, el Estado nacional se ahorraría gastos de impresión porque es menos costoso imprimir un billete de 5.000 o 10.000 pesos que cinco o diez de 1.000 pesos.
Este último punto es el que le ha provocado una sonrisa a Sergio Massa teniendo en cuenta que se mueve en un contexto donde cada dólar vale y, esta medida, terminaría con la importación de billetes desde el exterior, porque la Casa de la Moneda trabaja a destajo, y daría una señal de responsabilidad fiscal en su declamada misión de bajar el déficit fiscal.
Pero estas razones, completamente legítimas desde el área económica, chocan de frente con la posición de Cristina Fernández de Kirchner, virtualmente lanzada a una precandidatura presidencial para el 2023 y la intención declarada del presidente Alberto Fernández de presentarse por el mismo espacio, el Frente de Todos, para intentar conseguir una reelección de su mandato.
El ala política de la Casa Rosada explicó a Iprofesional que "extrañamente existe una coincidencia con la vicepresidenta en este tema, en un momento en el que casi no hay acuerdo en nada con el kirchnerismo más ideologizado".
Consultado acerca de los puntos de contacto entre estos dos socios de la coalición gobernante, uno de los últimos asesores albertistas que continúan en funciones, explicó, "si sacamos un billete de 5.000 pesos y, más aún, uno de 10.000 pesos estaríamos convalidando la inflación que terminará siendo de tres dígitos. Viene el fin de año, en medio de presiones y paritarias abiertas en todos los gremios y con los movimientos sociales reclamando en las calles. En ese escenario, previo a la contienda electoral, les estamos diciendo a nuestros votantes que el Frente de Todos va camino de acumular más de un 500% de inflación en cuatro años. O sea, el doble de la marca horrible que logró Mauricio Macri que en 2015 decía que lo más fácil que había era resolver la inflación y el cepo".
En el Instituto Patria, donde se asientan los economistas que leen con dedicación monacal la ley de abastecimiento del año 1974 y planean rigurosos congelamientos de precios para detener el alza del costo de vida conviven con el temor de una llamarada hiperinflacionaria que sepulte el gobierno del Frente de Todos.