jueves 25 de abril de 2024

Karina Mazzocco: "Me dolía ser linda, durante mucho tiempo padecí la belleza"

domingo 02 de octubre de 2022

Cuenta Karina Mazzocco que cuando desembarcó en la pantalla de América con A la tarde, jamás imaginaba este presente. El programa se armó en medio de la reestructuración del canal, con la salida de Fabián Doman y el paso de Alejandro Fantino a la noche.
Pasó poco más de un año y Karina se encuentra en un lugar de conductora integral, animándose a decir todo lo que piensa y comprometida con las historias de vida que bucean en los grandes secretos familiares. Cuestiones vinculadas a la identidad, a la herencia, que busca destapar el “de eso no se habla” y que le valieron unas cuantas críticas de sus colegas, de las que se defendió a capa y espada.
Karina conecta este presente con aquella revolución que significó De a dos, que recuerda como el primer programa que en la televisión abierta se propuso hablar de sexo con libertad y de manera inclusiva. “A medida que pasa el tiempo, lo veo cada vez más importante”, destaca con orgullo. Siente que aportó su granito de arena para destapar tabúes y lograr objetivos de máxima, como el matrimonio igualitario.
En ambos casos, la conductora tuvo que liberar sus propios miedos y animarse a cruzar barreras. Su educación en un colegio de monjas, lo poco que se hablaba de sexo en las familias, la reticencia a la polémica mediática, la necesidad imperiosa de decir lo que piensa. Un combo de sensaciones que afloraron y que la ubican hoy en un lugar de plenitud profesional y personal. Y todo esto sin perder la elegancia y marcando tendencia en cada uno de sus looks, algo con lo que también tuvo que amigarse.
—¿Costó ser linda en algún momento?
—Uff. Mira vos Tati, ¿así vamos a arrancar? Sí, te metiste con una frase que fue tema durante mucho tiempo en mi terapia. No es que me costó ser linda, a mí me dolía ser linda. Lo llevé como una carga mucho tiempo.
—¿Por qué?
—No lo sé, porque todavía es algo en lo que sigo trabajando, pero durante mucho tiempo padecí la belleza. Te diría que en esta etapa de la vida en la que estoy, que son los gloriosos 50, traen consigo un montón de cosas espectaculares. También hay que lidiar con otras y aceptar el paso del tiempo. Pero empecé a disfrutar de mi belleza te diría que no hace mucho.
—¿Había que demostrar más?
—Tiene que ver con un mandato que las mujeres estamos logrando romper y me siento protagonista de esta nueva parte de la historia. Antes, ser linda era un abridor de puertas, pero te la cobraban. Si eras linda no podías ser ninguna otra cosa. Ahora estamos en otro momento de nuestra historia, en donde las mujeres estamos más amigas con todo lo que tiene que ver con la feminidad. Estamos más cercanas, somos más compañeras. Y eso me gusta mucho.
—Y nos defendemos entre nosotras también. En algún momento era tabú la edad de las mujeres: no podemos crecer, no podemos envejecer.
—Es tal cual lo decís. Y hay otra cosa ligada a la edad: cuando digo que voy a cumplir 53 me dicen que estoy bárbara. ¿Y si no estuviera bárbara? ¿Qué pasa con la madurez de la mujer? Es un tema en el que tenemos que trabajar un montón porque es inevitable. Y si no te amigás con eso, cagaste.
—Es un gran momento este para vos, ¿no? Se te ve disfrutar.
—Estoy en un momento de mucho disfrute y por el que trabajé muchísimos años. Yo quería volver a la televisión, el desembarco en América, en un programa diario y en vivo era todo lo que yo quería. Además, en un programa al que le va muy bien, que marca agenda.
—Y también te deben haber pasado cosas a vos con encontrarte en la conducción de un programa distinto a los que venías haciendo.
—Sí. Yo no me veía en un programa así. A mí se me vinculaba con De a dos, que es un sello en mi carrera, en mi camino profesional, y me encanta que así sea porque fue un programa icónico. Pero también arrancar tan arriba vuelve difícil la construcción de un camino profesional. ¿Con qué salía yo al ruedo luego de haber hecho De a dos? Fue pionero, revolucionario, una invitación al placer, a la inclusión, a la diversidad sexual. Y cada vez que volvía a la tele estaba bien, pero nada la rompía. Y creo que A la tarde, a pesar de ser tan diferente a lo que imaginé, en mi profesionalismo suma cualquier cantidad.
—¿Sentís que A la tarde también es un hito en tu carrera y en tu conducción?
—A la primera a la que sorprendí fue a mí. Yo suelo ser muy crítica conmigo entonces ya que me haya sorprendido a mí el despliegue o la química que se arma en mi equipo de trabajo es algo en lo que tengo que ver. Y también la temática: jamás pensé que iba a trabajar con Luis Ventura. Lo detestaba cuando era panelista de Jorge Rial en Intrusos porque alguna vez me dieron a mí. Y así con todos: son compañeros con enormes carreras, es gente que vi durante mucho tiempo en la tele y no imaginé nunca estar conformando este equipo.
Camino al andar. El A la tarde que conocemos hoy, dista mucho de aquel que empezó en julio de 2021. “El programa se hizo sobre la marcha. Arranqué con un excelente panel, con periodistas y figuras del espectáculo muy importantes y eso ya nos envalentonó. Se fue macerando y encontrando su destino”, explica Karina. El resultado fue un blend del habitual magazine de espectáculos en el que cada vez fueron cobrando más importancia las historias de vida que salen a la luz, esos grandes secretos familiares con una mirada que busca más la redención que el chismerío.
En ese recorrido, se encontró con un llamado al aire de Susana Giménez, ni más ni menos, cuestionándole que hablara del espectáculo. Un signo de que el programa estaba haciendo ruido y de que Karina empezaba a plantarse en otro lugar. “Hasta A la tarde, yo no molestaba en el medio porque soy una tipa diplomática. Pero ahora sí, y entendí que es un crecimiento profesional”, destaca.
—¿Qué te pasa cuando desde otros programas se te cuestionan las historias vinculadas a los ADN y la identidad?
—Entiendo que es parte del juego y tengo paciencia porque recién estoy empezando a entender cómo viene la mano. Estoy moviéndome entre personas que son especialistas en este rubro, que muchos son luchadores de barro, pero campeones olímpicos. Yo, cuando veía que había un poquito de barro, cruzaba la calle para que no me salpique ni una gota. No me sé mover ahí.
—Pero aprendiste a capitalizarlo de alguna manera: si Rodrigo Lussich dice algo en su programa, vos le respondés. Hoy, ya no cruzas de vereda.
—Ahí justamente cometí el error de poner nombre propio. Entiendo que estoy en un programa que está generando mucho alboroto en general, pero fue un error mencionarlos. Puede pasar en el fragor de la batalla, pero no me gusta.